05 julio 2011

La centroderecha y los homosexuales

Columna de Marcelo Brunet.

El sábado pasado (25 de Junio 2011) marcharon cerca de 20.000 personas por la Alameda demandando igualdad. Fue una marcha pacífica, familiar, en la que -por cierto- no todos sus asistentes eran gay. Me parece correcto y deseable que nuestra sociedad se abanderice con evitar el maltrato y el trato injusto a personas dignas.

Me parece que así sea porque soy de aquellos que, perteneciendo a la centro-derecha, no solo aceptan la existencia de homosexuales, lesbianas y transexuales, sino que cree en la no discriminación y en el trato justo.

Los homosexuales han sido objeto de burla, humillación y deshonra en nuestra sociedad: los chistes sobre los “colas” y afeminados, los peyorativos comentarios sobre la inferioridad del sodomizado, las caricaturas reduccionistas a aquello que los propios gay denominarían “yeguas”, son muestras de aquello. Tal visión, intolerante e ignorante, está basada en una opinión que la ciencia repulsa y que ni las propias doctrinas religiosas bien entendidas soportarían. Por ignorancia consideráramos por largo tiempo que la homosexualidad era algo propio de gente amoral, de enfermos, de raros. Hasta el día de hoy algunos incluso argumentan que asumir su existencia aumentaría su número.

Nuestra sociedad tiene una deuda pendiente con los homosexuales por el injusto trato que les hemos dado. Y, particularmente, la centro-derecha tiene la obligación de ponerse al día con ellos. Como sector político hemos cometido un error lamentable al discriminarlos y al no hacer nuestras sus banderas en cuanto a perseguir la igualdad en aquello que nos iguala.

Hemos errado en la centro-derecha el trato dado a los homosexuales, y tenemos con ellos una deuda pendiente. Particularmente la culpa de aquello la tienen aquellos sectores más conservadores que, por cierto, existen en todos los partidos1. Sea por temor a debilitar la naturalidad de la condición heterosexual y el orden natural de la familia, sea por mera homofobia, o por simple ignorancia, han hecho que el sector ignore las demandas legítimas de dignidad de los homosexuales. Admito haber sido de aquellos dominados por sus prejuicios. Ha sido fruto de un proceso pasar del escenario heredado a un estadio de respeto por algo que no es una opción sino una condición genética.

Esa visión ha alejado a la centro-derecha del ideario libertario que siempre hemos defendido: porque si, legítimamente, amparamos la dignidad de quienes merecen nacer, la decencia de la muerte natural y la superioridad ontológica de la persona por sobre cualquier otro ente terreno, debimos haber defendido también como sector la dignidad de quienes, por condición no elegida, tienen diferencias sexuales respecto de la mayoría.

En ese descuido ideológico, la izquierda ha promovido una especie de "ideología gay", afirmando que "lo gay" es propio de las izquierdas, y que sólo la visión del mundo de las izquierdas es apta para homosexuales. La realidad histórica y la doctrina libertaria debería acercar a los homosexuales más a las ideas de derechas, pero el conservadurismo mal entendido lo ha impedido. En efecto, las políticas de discriminación positiva propias de las izquierdas, en lugar de favorecer la integración de los homosexuales, los ha apartado aún más de la sociedad.

La centro-derecha del siglo XXI debe avanzar en legalizar las uniones civiles, tanto heterosexuales como homosexuales, apoyar la legislación en favor de la no discriminación, abogar para la tipificación de crímenes de actos de odio, erradicar las odiosas distinciones que aun contempla el delito de sodomía y, en general, propiciar espacios de participación igualitaria en la que los homosexuales no sean juzgados sino por sus méritos y logros como al resto.

Amerita un punto especial el deber de luchar en pos de los derechos de los transexuales -los mas discriminados entre los discriminados pues de ellos ni siquiera los movimientos activistas homosexuales hablan- a cambiar su nombre sin necesidad de sentencia judicial. Hay mucho por hacer para la centroderecha y mucho de ello debe hacerse ahora.

Esos, y no aumentar la intolerancia, son los desafíos propios de una cultura de centro-derecha democrática. El riesgo de no hacerlo es que, como sector, nos quedemos encerrados en otro closet, aún más oscuro que el del reconocimiento de la propia orientación sexual.

En todo caso, mal de muchos, consuelo de tontos: me alivia un poco pensar que dicha ignorancia o poca razonabilidad no es patrimonio exclusivo de la centro-derecha. La cita “El homosexual orgánico es un enfermo y, en consecuencia, debe merecer la consideración de tal” corresponde a la tesis de grado un ex Presidente de la Republica, quien no era precisamente de derechas. Busque Ud., estimado lector, quien era el autor de esa frase. Le doy una pista: era médico, socialista y usaba anteojos.

Fuente: http://www.eldinamo.cl/blog/la-centroderecha-y-los-homosexuales

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